Un dia cualquiera...

Hace sol y mucha calor. He comprado un ramo de Lirios blancos. Es mediodía. Tengo hambre.

Me acerco al coche, abro la puerta. Es sofocante el aire que desprende. Me siento, arranco y automáticamente bajo las ventanillas y pongo el aire acondicionado.

El techo de lona estaba retirado. Lo cierro mientras mi cabecita piensa en ese refrán que dice que quien no tiene cabeza tiene que tener pies... Suspiro!!

Me pongo el cinturón. Piso el embrague y meto primera. El coche me lleva despacio a la primera rotonda. Cedo el paso a un señor que pasea con su perro. No es un perro cualquiera, es Duck. Un cooker hermoso. Lo conocí  un día caminando por la playa. Miro a mi izquierda. No viene nadie. Continuo mi camino. 

El sol brilla, más que últimamente. Se había escondido toda la Semana Santa y, hoy, ha salido eufórico y con ganas.

Tomo la primera salida en dirección a la autovia. Voy frenando, miro por el retrovisor izquierdo y veo una ristra enorme de coches. Pongo el intermitente, acelero un poco, intentando incorporarme. Pero ningún conductor frena para dejarme paso. Me paro. Es mi deber. Parar si no puedo integrarme en la autovía. Un camión, un seat rojo,un ibiza blanco...otro camión al final, una moto y ya, por fin, meto primera y accedo tranquilamente. Embrague, segunda, tercera

y cuarta...voy a cien. En la autovía se puede ir a cien.

La música me acompaña y canto en voz alta. 

El sol me alegra. Soy feliz.

Cuando llegue a casa abrazaré a mi hijo y lo llenaré de besos. Como siempre.

Nos sentaremos alrededor de la mesa para comer. Hoy, hay lentejas. Sí, ya lo sé, hace calor.

Las lentejas son mi plato favorito. Mi cuñada es la que mejor las hace de toda la familia.

Un día como hoy, tenía que comer lentejas.

Sigo cantando.

El mar enmarca mi visión de frente. Es inmenso y de azul intenso.

Un Seat Toledo se va a incorporar a la autovía. Debe ceder el paso. Tiene que cederme el paso. No freno. Antes no frenaron, yo paré. Sigo adelante, pito con fuerza la bocina del auto. Se me echa encima, por el lado derecho. No frena. Un estruendo conmovedor e impresionante me ronda por la cabeza. No veo. No siento las piernas. No siento mi cuerpo.

Todo es Silencio

Estoy Sola.

Pero...frené. Le cedí el paso al Seat Toledo de color blanco, todavía recuerdo su matrícula y el gesto que me hizo con el dedo. Sin embargo, hoy, llegué a casa y besé a mi hijo como nunca.

Comí lentejas con sabor a vida.