LOCA DE AMOR

Dicen de ella que estaba loca; que lo amaba con locura; que de sus besos bebía y de sus susurros se alimentaba. 

Siempre estaba allí, junto a él…

Algunos atardeceres acudía a su playa, y sentada en la fina arena, en silencio, percibía el sonido del mar, observando sin observar. 
En su orilla, vestida de blanco y desnuda de color, mojaba sus pies, calmando la suave espuma.

Serena, tranquila, divisaba el horizonte, una línea intensa y lejana, acompañada de colores que vestían el fondo de aquellas tardes. Naranjas y violetas jugaban a esconderse tras el sol.

En esos momentos se dejaba llevar, alzaba el vuelo de sus sueños, lejos, tan lejos, como quien no quiere llegar, y seguía volando hasta que ya no podía más…y dejaba un suspiro en el fondo del mar.

 Una noche de luna llena y mar en calma, la escucharon hablar. Le decía tiernamente que ya no podía más. Que lo quería con locura, que la llevara sin más. Que las distancias eran cortas, que el amor no tiene edad, que juntos lo superarían y vivirían en paz.

─Qué más da lo que piense la gente si no saben de qué va, que tú y yo nos queremos y no hay juez en el altar. Llévame contigo o lo gritaré hasta la saciedad, que eres bravo marino y me hiciste tuya en el mar. ¿Acaso no lo recuerdas?

Aquella noche sin estrellas, dónde la luna lloraba por tanta soledad, me cogiste de la mano, rodeaste mi cintura y me llevaste al infinito hasta perder la cordura…bésame me decías y juntábamos nuestros labios sellando el amor que nos teníamos. Nos mirábamos en silencio escuchando el mar y tan solo una sonrisa nos hacía bailar al mismo ritmo que las olas del mar.

Descubrí que los hombres también lloran y son sensibles y las mujeres son más fuertes y valientes.  Me cantabas al oído que con respeto y amor todo es posible, y me rendía a tu mirada juntando nuestras almas. Ay mi amor, cuánto te quería… Y ¿por qué hablo en pasado si mi amor no se ha acabado? Ya volviste vida mía a hacer de las tuyas…Tranquilo no se han enterado, creen que estoy loca y por eso me han atado. Pero no grites, tienes que hablar bajito, si te escuchan te ataran y no podremos escapar. Anda, corre, desátame. Tenemos que huir dónde nos podamos amar y nuestro sueño realizar.

La vieron correr en dirección al mar, iba sola y miraba hacia atrás. Su largo vestido no le dejaba avanzar y cayó rendida, abatida y dolorida de tanto caminar. Lloraba con pena, por no poderlo alcanzar. Sus lágrimas brillaban como perlas de pena por perderle en la carrera. No consiguió tenerlo y lo olvidó sin más. Olvidó su nombre, de dónde venía y a dónde iba. Olvidó motivos para seguir viviendo y abandonó su castillo para buscarlo a contratiempo. Pero por más que preguntaba, nadie sabía nada y así fue como perdió las fuerzas de luchar enamorada.

Los últimos días se sentaba en la orilla de la playa y lo recordaba, hablaba con ternura del amor que se tenían. Olvidó su nombre, mas recordaba cada beso que le entregó, cada caricia que le robó, y recitaba sus poemas de memoria y sin pena. Sonriendo en cada verso que le llegó de su amor sincero. 

Dejó una huella en el mar cuando tuvo que marchar, dónde decía:

“Te quiero, mi amor, en todas las vidas”